martes, 27 de mayo de 2008

A través de la palabra.


Hoy he tenido una sesión de terapia algo diferente, sorprendente tal vez, o quizás esperada, no sé. Lo cierto es que me ha echo reflexionar sobre muchas cuestiones que se me han planteado mientras transcurría la conversación. Yo no creo en la superioridad de nadie, ni en el conocimiento ni en la propia experiencia, y por ello parto de la idea en mi trabajo de que todos somos iguales, personas al fin y al cabo, con miedos, con deseos, con recursos y esperanzas, con experiencias. Desde este punto de partida es más sencillo llegar al interior de las personas, y desde allí remover, para hacer sustraer lo más bello, lo más útil de uno mismo.


Esta mañana una chica desde su posición de víctima, enferma, necesitada de una ayuda, que en teoría yo le podía ofrecer, me retaba y me desafiaba en aquello que precisamente me solicitaba a su vez.


Mi primera reacción fue de enojo, y como dicen los expertos que hay que hacer, de confrontación. Claro que la confronté, era una incongruencia lo que esta chica estaba planteando. Sin embargo, horas más tardes, me ha echo reflexionar sobre cual es el papel que juego en esta función.


Los que me conocen dicen, con acierto o sin él, que yo debía haber seguido los pasos de mi papá, persona emprendedora donde las haya y buscadora de tesoros escondidos. Es curioso como todo encaja.


Yo trato de llegar al mundo interior de las personas a través de la palabra. Mi papá hurga en la tierra intentando llegar a su interior, para obtener lo más preciado de ella. Llegar al mundo interior de la personas a través de una palabra, una pregunta, una reflexión, un gesto...aparentemente una tarea sencilla pero que requiera de muchos años de entrenamiento. No solo entrenamiento profesional si no también personal. Porque en la medida que hurgas en la herida de las personas, también sangran tus propias heridas, y duele, a veces duele mucho.


Cuando veo a personas consagradas en esto, creo que es un arte. Porque es algo que sale de ti, lo creas y lo inventas.


Yo lo asemejo a la linterna que hay en los cascos de los mineros. Allí en las profundidades de las oscuras galerías, el foco va alumbrando, y le indica a su empeñado portador donde clavar su pico y escarbar.

sábado, 24 de mayo de 2008

Mirar hacia dentro

Cada día resulta más difícil pararse a pensar y reflexionar. Mirar desde tu alfeizar hacia fuera y mirar hacia dentro. Para no dejarse llevar, ordenar cada instante, cada palabra, cada pensamiento, cada imagen y llegar a la esencia de lo que te rodea.
Es como subir una enorme ladera, a veces sendero de arena, a veces llano, a veces es necesario poner las manos en la tierra para impulsarte y seguir caminando. A veces sale el sol, a veces llueve como si nunca lo hubiera echo, puede que el viento sople en tu contra y sientes que tu cuerpo se tambalea. Y dudas si podrás llegar a la cima, si merecerá la pena tanto esfuerzo.
Cuando por fin llegas al pico más alto de la montaña, orgullosa miras atrás, y te alegras de haber recorrido ese enorme y costoso camino. Sin embargo, cuando desde lo más alto miras el inmenso precipicio que se aproxima a tus pies, un escalofrío te recorre el cuerpo. Y sientes miedo, porque esa imagen quedará grabada en tu mente y nada más volverá a ser como antes.
Hay quien nunca llegará a subir, quien pasee por el valle sin mayor preocupación, caminar por caminar, escuchar sin oir, mirar sin ver....tal vez por miedo, por ignorancia quizás.

viernes, 23 de mayo de 2008

Entre la suposición y la incertidumbre



Desde que naces parece como si el destino te persiguiera en una carrera sin fin, llena de obstáculos, de suposiciones e incertidumbres. Y no se sabe quien es el perseguidor y quien es el perseguido, si tu persigues a tu destino o tu destino te persigue a ti.


Lo cierto es que desde que naces parece que tienes una vida predeterminada, y pocos son los que se permiten mirar más allá de donde alcanza tu vista a ver. Y se persigue la calma, la estabilidad, la seguridad laboral, económica y afectiva. Y vivimos como si todo lo que nos rodea nos perteneciera, como si la realidad fuera la que ven nuestros ojos, y con la omnipotencia de pensar que como si fuéramos dioses de carne y hueso, todo acabará cuando hayamos muerto.


Incapaces de aceptar la duda, la incertidumbre y el sufrimiento. Y has de perseguir la felicidad, ser feliz o al menos parecerlo. Porque si no nos formas parte de este grupo, y serás rechazado, excluido, te llamarán loco, tal vez bohemio, soñador de otros mundos.


La vida es corta, a veces gris, a veces rosa. La realidad no existe, el mundo no te pertenece, tú le perteneces a él, solo eres un conjunto de células con vida independiente y finita. Y vivimos entre el dolor y el placer, entre la tempestad y la calma, entre la suposición y la incertidumbre.