
Es como subir una enorme ladera, a veces sendero de arena, a veces llano, a veces es necesario poner las manos en la tierra para impulsarte y seguir caminando. A veces sale el sol, a veces llueve como si nunca lo hubiera echo, puede que el viento sople en tu contra y sientes que tu cuerpo se tambalea. Y dudas si podrás llegar a la cima, si merecerá la pena tanto esfuerzo.
Cuando por fin llegas al pico más alto de la montaña, orgullosa miras atrás, y te alegras de haber recorrido ese enorme y costoso camino. Sin embargo, cuando desde lo más alto miras el inmenso precipicio que se aproxima a tus pies, un escalofrío te recorre el cuerpo. Y sientes miedo, porque esa imagen quedará grabada en tu mente y nada más volverá a ser como antes.
Hay quien nunca llegará a subir, quien pasee por el valle sin mayor preocupación, caminar por caminar, escuchar sin oir, mirar sin ver....tal vez por miedo, por ignorancia quizás.
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